SANTO TOMÁS Y EL NOBLE ATEO Dicen que estaba Santo Tomás de Aquino en su estudio, a pocos minutos de haber terminado el original de la “Suma Teológica”, cuando le avisaron que había llegado a visitarlo un noble que no creía en la existencia de Dios, y a quien él conocía desde hace años. El religioso le dio la bienvenida. Al ver el libro que había en su escritorio, el noble le preguntó al clérigo qué era ese voluminoso manuscrito. El dominico solo se limitó a indicarle que leyese alguno de sus pasajes, a lo cual el otro hombre accedió rápidamente. Conmovido por la elocuencia de lo que acababa de leer, el visitante felicitó a Santo Tomás por la obra que había redactado. Ante este elogio, Tomás le respondió:  −Excelencia, no tiene usted por qué felicitarme. Le contaré qué sucedió en verdad. Había unas cuantas hojas sobre mi escritorio, y sobre aquel elevado estante, había yo dejado mal cerrados unos frascos de tinta. Un temblor propio de estas zonas montañosas hizo que el frasco se cayera, la tinta se volcase sobre el papel. Así fue que se formaron por casualidad las letras que, unidas entre sí, dieron lugar a la aparición de este manuscrito. Por eso, repito, no tiene motivo para felicitarme. El azar lo hizo todo.  El noble se lanzó a reír fuertemente y le dijo al clérigo:  −Pensar, Padre Tomás, que lo consideraba alguien inteligente. ¿Acaso pretende usted que yo me crea semejante sarta de improbabilidades?  Santo Tomás le respondió:  − ¿Y por qué no? ¿Acaso usted no ve cada día al sol salir y ponerse, a los animales andando de aquí para allá, a los hombres y a las mujeres de su feudo nacer y morir, y a todos los demás fenómenos que conforman eso que llamamos ‘existencia’, y sin embargo no vacila en afirmar que no hay ningún Creador detrás de toda esa armonía?

	“Grant, O Lord my God, that I may never fall away in success or in failure; that I may not be prideful in prosperity nor dejected in adversity. Let me rejoice only in what unites us and sorrow only in what separates us. May I strive to please no one or fear to displease anyone except Yourself. May I see always the things that are eternal and never those that are only temporal. May I shun any joy that is without You and never seek any that is beside You. O Lord, may I delight in any work I do for You and tire of any rest that is apart from You. My God, let me direct my heart towards You, and in my failings, always repent with a purpose of amendment.”                                                                                                                                 ― St. Thomas Aquinas