y ver luz y sol tras las nubes opacas.
El que sin perder la calma,
acepta las debilidades ajenas
y sabe rapartir palabras amables.
El que, por encima de todo,
cree que los hombres no son islas,
ni que los viejos son seres inútiles
ni los niños estorbos.
Feliz la amistad que nunca se da por vencido
y da un paso más cuando todos
se han parado.
El que confía en sus podibilidades
y no lo espera todo de la suerte,
de la fortuna o de la buena estrella.
El que sabe llevar la carga
de sus obligaciones y las realiza
con la sobria elegancia de los
vencedores.
Feliz la amistad que no se lamenta
de las oportunidades perdidas,
sino que sabe aprovechar las que tiene
en sus manos.
El que convierte el trabajo en diversión
y las diversiones en fiestas.
El que logra aprovechar cada instante
de una verdadera amistad
para sembrar en el mundo
las semillas de una verdadera convivencia