Navidad siempre ha sido la parte más alegre del año para mi familia. Esta es mi historia personal sobre la Navidad y lo
que mi padre me contó sobre ese día.
Apenas puedo recordar mis primeras seis Navidades en casa con mis padres. Pero sí recuerdo la séptima. En diciembre de
1941 yo estaba en el primer grado y participé en el espectáculo de Navidad en mi escuela. Mi madre hizo mi traje y estaba
presente para ver la obra. Inmediatamente después fue llevada al hospital.
En mi séptima Navidad, el 25 de diciembre de 1941, encontré mi primera bicicleta bajo el árbol en la casa de mi abuela
en Columbia, Carolina del Sur, pero todo el mundo excepto yo había ido al hospital a visitar mi madre que había sufrido de
enfermedades persistentes durante todos mis primeros siete años. Ella tenía 33 años de edad. Yo estaba muy ansioso de montar
mi bicicleta nueva, pero sabía que mi madre estaba en condición muy grave.
Finalmente regresaron, pero pude ver la cara de mi abuela a través de la puerta de vidrio. Ella estaba llorando mientras
se giraba la llave. Mi abuela ya había perdido a su marido, dos niños bebes y una hija de 20 años de edad. De toda su familia
sólo mi madre y yo nos quedábamos.
Supe al instante que mi querida madre había fallecido. Mi padre me llevó al Hospital Bautista de Carolina del Sur para
despedirla antes de que la trasladaran a la funeraria. Mientras lo hacía me explicó que a pesar de que estábamos muy tristes
e íbamos a extrañar a mi madre terriblemente, ella había ido al cielo para estar con Jesús, que ya no iba a estar enferma
y que habría gran regocijo y celebración en el cielo por su llegada. Me explicó que para ella era un tiempo maravilloso por
llegar al cielo en el cumpleaños del Salvador. Él dijo que mi madre estaría regocijada y celebrando el nacimiento de Jesús
en el cielo mientras nosotros celebramos su partida hacia allá y el cumpleaños de Cristo aquí en la tierra. Me pareció muy
difícil de entender, pero hice lo mejor posible y le di a mi madre un beso final en la habitación del hospital. No recuerdo
mucho más de ese día, excepto que después de un almuerzo de Navidad muy triste mi padre me llevó a la acera para montar mi
bicicleta nueva. Corrió a mi lado mientras yo trataba de equilibrar. Debe haber sido muy difícil para él, pero él estaba ansioso
por ayudarme ypor fin a probar el regalo. Dijeron que yo era demasiado joven para ir al funeral. Una cosa sí recuerdo...mi
abuela pidió específicamente que el himno "Hasta que nos encontremos de nuevo" (Til we meet again) sea cantado.
Ella fue muy enfática al respecto. Mi madre fue enterrada en el cementerio de Elmwood el 28 de diciembre de 1941 el día más
frío que yo podía recordar.
Después de eso, todos los años en Navidad tuvimos una celebración maravillosa. Teníamos dos cosas que celebrar. Mi padre
estaba siempre conmigo, su único hijo, casi cada Navidad sobre 50 años. En esas navidades mientras yo vivía en Sudamérica
él volaba en avión a un gran costo para estar con nosotros. Mi padre disfrutó especialmente al entregar los regalos a los
niños y más tarde a los nietos cada Navidad y teníamos muchas celebraciones de Navidad maravillosas juntas. Navidad fue realmente
siempre un momento de alegría para nosotros como una familia, incluso cuando nos recordábamos a mi madre en el cielo celebrando
también.
Fue a principios de diciembre de 1992, cuando recibí la llamada de volar rápidamente a Atlanta para estar con mi padre
que estaba en estado grave. Aunque nunca había fumado, tenía cáncer de pulmón después de haber tenido un ataque al corazón
y llevar un marcapasos durante un año. Tenía 86 años. Llevé dos de mis hijos conmigo. El médico me dijo que mejor que me traiga
al resto de la familia de forma rápida ya que no iba a durar mucho. Un hijo mayor les condujo a Atlanta. Para sorpresa del
médico mi padre continuaba vivo, pero muy débil. Con la ayuda de una enfermera angelical proporcionada por el Señor más de
dos semanas pasaron mientras yacía en su casa en una cama de hospital junto al árbol de Navidad en la sala de estar. El dormitorio
era demasiado pequeño para los visitantes y familiares. A pesar de que no hablaba, estaba consciente y estábamos seguros de
que podía oírnos a nosotros y a los amigos que visitaron para saludarle.
El día de Navidad llegó. Los regalos estaban bajo el árbol como de costumbre. Decidimos abrir los paquetes con la familia
reunida alrededor de su cama y la única diferencia con años anteriores fue que este año distribuí yo los regalos por primera
vez. Una vez hecho esto la familia poco a poco se alejó de su lado, pero pronto nos llamaron pidiéndonos regresar, cuando
llegamos expiró. Había esperado con nuestra familia la celebración de la Navidad antes de que él nos dejara. Era 25 de diciembre
1992; exactamente 51 años después de que mi madre se había ido a la gloria el día de Navidad.
Los recuerdos me inundaron de nuevo cuando me situaba otra vez en el cementerio de Elmwood en Columbia en otro día helado
del 28 de diciembre cuando mi padre fue colocado al lado de mi madre. Así como 51 años antes, estaba seguro de nuevo que había
una gran fiesta en el Cielo cuando mis padres se reunieran para celebrar con el Señor su cumpleaños.
Han pasado más de dos décadas pero cada Navidad nuestra familia tiene una razón triple para celebrar el 25 de diciembre
y lo hacemos...